Territorio, sostenibilidad y Camino de Santiago

Rubén C. LOIS-GONZÁLEZ
Catedrático de Geografía
Universidad de Santiago de Compostela

El Camino de Santiago es polisémico o, dicho de otro modo, posee numerosos significados. El primero, originario, es el de ruta secular de peregrinación cristiana, con un período de esplendor en la Edad Media, que ha continuado hasta el presente. El segundo, más actual y con creciente importancia, es el de Itinerario Cultural, el Primer Itinerario Cultural de occidente, y del mundo, a partir de su declaración por parte del Consejo de Europa. Además, el Camino es un eje turístico de primera magnitud y un objeto de ordenación y preservación patrimonial, según muy diversas leyes y normas autonómicas, locales y estatales.

Cabe entonces preguntarse sobre la materialidad del Camino. La respuesta no es fácil, ya que su traza deriva de la descripción que del mismo hace el Libro V del Códice Calixtino redactado, sin el apoyo de mapas, en el siglo XII, una vez que el Papa y el Arzobispo de Santiago alcanzaron un acuerdo, que reconocía la autenticidad de las reliquias apostólicas compostelanas. Muchas ciudades y villas fueron protegidas por su condición jacobea a lo largo de la historia, pero no será has principios de los 1940, en plena postguerra civil, cuando tres eruditos, los profesores Lacarra, Uría y Vázquez de Parga, recorran el Camino como peregrinos venidos del pasado y lo delimiten por primera vez. Hasta el momento, nos estamos refiriendo al Camino francés, pero las diferentes noticias de presencia de peregrinos en diferentes momentos de la historia, justifica que desde el éxito promocional del Xacobeo 93, hayan proliferado los Caminos a Santiago y su reconocimiento, debido al deseo de las administraciones públicas competentes de combatir la posible masificación del Camino francés.

El renacimiento contemporáneo de la peregrinación o el turismo por el Camino de Santiago no había sido previsto. Constituye un ejemplo de nuevo producto de ocio y satisfacción personal, que rompe con los estándares de la promoción de viajes más convencionales. Por eso, cabe preguntarse por las claves del éxito de lo jacobeo. La primera se basa en la ruptura radical con la vida cotidiana para miles de personas residentes en las ciudades, asalariados y con horarios muy pautados sus jornadas de trabajo. El Camino permite disponer de tiempo para uno mismo, desconectar de las prisas a partir del movimiento lento que genera el desplazarse a pie (o de forma minoritaria en bicicleta), contemplar el paisaje y el patrimonio tranquilamente, y disfrutar de la gastronomía y de las compañías con tiempo. Esto unido a la noción de turismo saludable, al hecho de tratarse de una experiencia única, que en muchas ocasiones implica el cambio de una etapa de la vida por otra, ha conectado con los deseos de vacaciones, de pausa, de decenas de miles de hombres y mujeres contemporáneos. El trekking se ha generalizado como práctica, así como el culto al cuerpo a través del ejercicio físico; también el retorno a la naturaleza y la búsqueda de experiencias diferentes, aunque su realización sea sencilla. Por estas razones, el Camino de Santiago se ha recuperado de manera exitosa y su único riesgo de futuro lo constituye la masificación de determinados tramos o espacios centrales de la ciudad de Santiago; dicho forma popular, morir de éxito.

En esta introducción a las características territoriales y al tema de la sostenibilidad del Camino, trataremos de modo sumario cuatro cuestiones; la peregrinación; los rasgos del itinerario; la contribución del Camino al desarrollo local, y la proliferación de viejos y nuevos caminos.

En primer lugar, con respecto a la peregrinación ya hemos apuntado los principales factores de su éxito actual. En todo caso, el hecho de recorrer un Camino con más de mil años de historia y jalonado de monumentos impulsa la motivación del moderno peregrino. Un conjunto de personas con creencias y actitudes diversas ante la vida, que en etapas de 25 a 30 kilómetros tratan de emular a los predecesores medievales. También optando en muchos casos por alojarse en albergues, conviviendo con los lugareños, y apreciando todo tipo de costumbres y comidas locales. La evocación y el contacto con lo terreno son otros atributos fundamentales para el atractivo del Camino.

Desde el punto de vista físico, el Camino o los caminos actúan como auténticas marcas territoriales. Estar atravesado por un Camino a Santiago significa que la población es relevante, aparece en los mapas. Por otra parte, el Camino se ha cuidado en su trazado físico, reponiendo empedrados, arreglando puentes y fuentes, y manteniendo valores estéticos en sus entornos inmediatos. En estos entornos se sitúan numerosas casas, ejemplos de la arquitectura popular local, que poco a poco se han ido restaurando con mayor gusto: la piedra y el regreso de algunas técnicas tradicionales de construcción contribuyen a enriquecer la experiencia jacobea. Una experiencia que se cualifica ante la proliferación de iglesias de origen medieval (simples, pero atractivas), monasterios o pazos, que hacen posible un recorrido por la historia de la arquitectura de forma natural.

El éxito del Camino de Santiago es que ha contribuido decisivamente al desarrollo local de las ciudades, villas o núcleos rurales que se emplazan en su recorrido. Estos efectos positivos todavía no se pueden observar en los datos de población, ya que en pequeños municipios muy envejecidos, aunque el Camino genere actividad económica, todavía las tasas de mortalidad siguen superando a las de nacimientos. Se asientan familias jóvenes, se crea empleo, pero muchos de los trabajadores de emprendimientos de origen jacobea, residen fuera de la ruta por los mayores precios inmobiliarios de las casas y apartamentos del borde del Camino. En este borde no sólo proliferan albergues o todo tipo de negocios hosteleros, también los supermercados, ferreterías o establecimientos especializados de fisioterapia o alimentación ecológica, entre otros, se han consolidado en los pueblos atravesados por la ruta de peregrinación. El Camino genera mucha riqueza, que se puede observar con el recuento de las nuevas licencias comerciales solicitadas en la ruta.

Por último, la razón histórica del Camino se ha relativizado. Junto a itinerarios seculares acreditados como el Camino francés o el del Norte, surgen otros plenamente contemporáneos (como el que se dirige a Finisterre) u olvidados durante mucho tiempo (el Camino de Invierno, el que va a Compostela desde Muros y Noia, etc.). El Camino es un factor de cualificación territorial y urbana, y de progreso económico. Por eso, es normal que el número de rutas se incremente, impulsadas por unas administraciones deseosas de evitar la masificación del Camino francés y de determinadas calles de la ciudad de Santiago.

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